Y no solamente los muebles, las verjas, enrejados, y todo objeto metálico que se encuentre en exteriores, sometido diariamente al sol, la lluvia, la humedad del suelo y del ambiente, todos sufren el deterioro con el correr del tiempo. Pero los muebles merecen un cuidado especial ya que mantenemos un contacto frecuente con ellos.
Una buena pintura correctamente aplicada será suficiente para mantenerlos siempre hermosos y sin el deterioro de la corrosión. Veamos cómo tratarlos en cada caso.
Los muebles y objetos metálicos sin pinturas previas deben ser protegidos con una capa de pintura especial. Puedes conseguirla con el nombre de anticorrosivo, antioxidante, zincromato o antióxido. Su función principal es evitar la corrosión natural del hierro.
Posterior a ésta se aplican las manos necesarias de esmalte sintético brillante, el más indicado para exteriores ya que su la superficie lustrosa que otorga su acabado evita la adhesión de partículas y agua, lo cual terminaría deteriorando la pintura, y posteriormente el metal.
Para los muebles o enrejados que ya tengan manos anteriores de esmalte sintético, es necesario quitar todo resto de grasa, pintura floja y polvo. Aquí ya no es necesario el antoxidante, ya que el mismo cumple su función solo en contacto directo con la superficie metálica, basta aplicarle las manos necesarias de esmalte hasta cubrir. Esto es común para mantener la pieza metálica constantemente protegida, realizando el trabajo cada 2 años o cuando el deterioro lo amerite.
Ya cuando las sillas o mesas poseen un marcado nivel de deterioro de la pintura, o la cantidad de manos aplicadas en los años anteriores hayan formado una capa muy gruesa, es necesario retirarla por completo. Resulta difícil quitar la pintura solo con lija a mano, por lo que una lijadora eléctrica, cepillo de acero o decapante químico será de mucha ayuda. Una vez retirada completamente la pintura procederemos al tratamiento de protección anterior.
Si el óxido ha incidido ya en su superficie debe ser tratado con desoxidante, producto que permite la eliminación del óxido. O de otra manera, se le elimina toda partícula suelta, se aplica un convertidor de óxido, el cual convierte al mismo en pintura, para luego aplicar el acabado de esmalte sintético con las manos que sean necesarias.
En climas muy húmedos o zonas costeras donde la humedad ambiental y la sal atacan con mayor crudeza a las superficies metálicas, tal vez un esmalte sintético no sea suficiente. Es aquí donde puede ser utilizado un recubrimiento epóxico, el cual tiene mucho más resistencia, pero a un costo mayor. El mismo no puede ser aplicado sobre antioxidantes o esmaltes sintéticos comunes; por su formulación es capaz de remover la pintura anterior. Por esto es aconsejable aplicarlo sobre el metal sin pintura o con un material de las mismas características.